No
sé si lo soñé o si es que acaso
antes
ya de nacer, su peregrina
huella
tatuó en mi boca una genuina
querencia
a su abandono dulce y laso
Un
tacto en que el deseo se hace raso,
un
olor a elixir de mandarina,
un
sabor a pasión y a sal marina
que
ofrecen como un bien su don escaso.
No
hay embriaguez mejor, no hay otro vino
capaz
de arrebatarme hasta el exceso
la
voz y el corazón y hacerlos trino.
El
aliento de Dios creo que apreso
en
el instante mismo en que adivino
la
quimera encendida de tu beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario