Para
decirse un labio necesita
una
boca de miel y agua bendita
que
lo absuelva de ser culpa ni dolo.
Mi
verso en solitario alcanza el Polo
de
la Desolación,me hace exquisita
escultura
de sal y aunque me incita
a
la música el aire, no tremolo.
La
soledad no gesta criaturas
felices
en mi vientre, ni mis pechos
complacidos
repleta de dulzuras.
Conjuro
de la niebla, abracadabra,
convoca
extraños verbos contrahechos
que
a solas fagocitan mi palabra.
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