Qué
importa si rodaron
bajo
los pies del mundo los pilares del mío,
qué
importa
si
se quebraron todos mis espejos
en
un primer instante
de
confusión.
Me
has hecho levantar
la
mirada a lo alto
y
verme en el reflejo de tu mirada limpia
tal
como soy.
No
es fácil
ver
la verdad de frente,
tan
desnuda,
pero
sirve el dolor ante su patetismo
para
apretar los puños y las muelas
y
para echar a andar , sabiendo ya que Norte
tan
solo existe uno.
Te
agradezco el favor,
amigo,
qué
importa
si
hoy debo forzar mi gesto de arlequín
un
poco más,
al
límite
del
dolor en la mueca.
Me
consuela pensar que cuando a solas
grana
y se vuelve fértil la tristeza que siento
alguna
de sus lágrimas también serán las tuyas.
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