Su
esencia era dar fe
de
que existe el azúcar,
de
su realidad, que se aferraba
al
tacto de los dedos.
¿
Quién no añora las nubes de colores?
Su
tiempo de algodón y risa fácil
en
que era posible entre las manos
tener
cielo y destino.
Yo
amaba sobre todo
las
rosadas , de aspecto tan traslúcido.
Devoré
mi ración con tanta prisa...
Ahora
no me queda
más
que rumiar recuerdos mientras miro
como
las nubes pasan,
siempre
grises.
Notificando
siempre
Dios
sabe qué innombrable tempestad.
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