Amanezco
un poco
más confusa cada día.
Obligada
a vivir  en un tiempo difuso,
habitando
un espacio
que se
achica y se angosta.
Condenada
a sentir
e
incapaz de ordenar mis sentimientos.
Exhausta
de  afrontar, 
con
las manos desnudas  y el corazón indómito
el  
desafío  agotador y absurdo
que la
vida ,  batalla tras batalla,
a 
diario nos presenta, 
sabiendo
 que  la    guerra, de antemano,
la tienes ya perdida.
la tienes ya perdida.
Ya no
sé si   es juicioso
mirar
la luz de frente
o es lo
más sensato cerrar los ojos bien
y
regresar al cálido abrigo  de la oscuro.
Allí
donde se vuelven
los
perfiles amables 
y  casi
ya no duele ni perturba
la voz
de la verdad.
Dedicarse
a sacarla ,
como
un hilo de  frágil  seda virgen,
del
escondrijo  oscuro en  el que anida
y a
tejerla  
hasta
formar en  torno a ti un capullo
en que
vivir a salvo.
Aceptar
 tu destino de crisálida
como
daño menor    en tanto llega
una
estación    de rostro más benigno.
Aquella en la que puedas  olvidar lo que fuiste 
y
saber por instinto el modo de  volar.
 
 
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