Hay
veces que me invade la tristeza
y no
sé bien por qué... de pronto siento
como un
ligero velo macilento
de
nieblas gris se posa en mi cabeza.
Cómo
el latir del corazón tropieza
y se
instala en mi pecho el sentimiento
de que
la vida pasa y que el momento
de los
adioses para mí ya empieza.
Como a
mi alrededor el mundo adquiere
un
color desvaído y se satura
el
paisaje de ausencias clamorosas.
Cómo
falta la gente que se quiere
en las
fotos de hoy y te tortura
recordar
que hubo horas más gozosas.
Presiento
que se muere
algo
dentro de mí, que el tiempo de las rosas
y los
licores dura lo que dura...
Y
después solo queda cantar un miserere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario