Veo la
luz, respiro, me alimento
de lo
que da la tierra de prestado,
sabiendo
que el favor, más que doblado,
ha de
cobrarlo en polvo en su momento.
Me
enfrasco en el tiovivo desbocado
de días
de trajín y apenas siento
ni
frío ni calor por su descuento,
estación
a estación , acelerado.
Por
todas las señales , se diría
que soy
otro ser más que vive y sueña
con
que esta vida tiene algún motivo.
Como
mortaja para la alegría,
cuántas
veces sirvió una faz risueña...
Vivir
es algo más que seguir vivo...
Y yo ya
no concibo
milagros,
que por mí cada mañana
esa
alondra pequeña
de la
ilusión desgrane su trino en mi ventana.
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