Este
pequeño cofre de músculos y huesos,
es un
frágil santuario en que discretamente ,
quien
más ,quien menos, guarda del resto de la gente
un
tropel de emociones y sentimientos presos.
Esta
carne friolenta, que ama la caricia
más
que ninguna cosa , sin embargo procura
esquivar
cualquier mano, para estar más segura
de que
tras ningún tacto se esconda la codicia.
Sospecha
con razón que aquel que no resiste
la
tentación y muestra al mundo la excelencia
de su
tesoro, puede ya darlo por perdido.
Mejor
que ni siquiera la luz sepa que existe
y así conserve intacta su original esencia ,
que
enciende los silencios y medra en lo escondido.
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