Anidando
en el centro 
de
la auténtica esencia  de las cosas,
todas
las cosas guardan,
un secreto
escondido,
una
sorpresa oculta allá en el fondo
de
 su pulsión más íntima.
Un
ritmo que le marca la cadencia
al
vaivén de los mares
y
al danzar de la lluvia.
Que
cantan con voz líquida los ríos,
reconoce
la hierba ensimismada
 y  atentamente
escucha 
el
corazón del pájaro
Una
 armoniosa música  silente
que
 impregna el universo.
Aquella
para
la que, embotado por los ruidos
que
nacen de sus tripas,
presenta el ser
humano 
una
muy  acusada, 
tenaz
y lamentablemente incorregible
tenaz
y lamentablemente incorregible
tendencia a la
sordera .

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