Las
horas pasan lentas.
Pasan
lentos los días .
Se
dilatan  también las estaciones,
hasta
que ya no sabes dónde  acaba 
el
invierno , 
cuando
tu piel no siente
esa
revolución  esplendorosa
del
 febril sarpullido de las flores .
Mi
vida es un paisaje 
de
tiempo detenido
en
el que nada fluye,
donde
 cualquier instante se condensa
hasta
volverse un sólido pesar  que me  avasalla
y
me hace  suspirar  imaginando
cómo
será dejarse llevar por  el impulso
ligero
de la brisa,
hasta
un lugar cuya liturgia sea
insustancial
y atávica.
Esa
que   obliga al aire
 a
que se entregue al cambio por  el cambio
y
a celebrar la vida.
Pero
los sueños tienen
las
alas quebradizas y yo ya no recuerdo
en
qué aterrizaje de emergencia
traspapelé
 las  mías.
Solo
soy un montón apretujado
de
friolentas plumas,
que
le sirven
de
nido  a la esperanza.
Quién
conoce
los
designios ocultos del destino... 
Quién
sabe
si
todavía queda para ella
algún
amanecer azul celeste,
donde
un  rayo de Sol voluntarioso
 la
venga  a  rescatar de su devastadora
e inmemorial letargia.
e inmemorial letargia.
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