Yo soy otra entre tantos , que el corazón abierto
mantiene a media noche , celebrando aquel aquel rito
de perderse en los piélagos del ensueño infinito
al que solo se arriesga el que está bien despierto.
Nunca habrá ley que diga que tal cosa es delito,
cuando el mundo es una árido y continuo desierto
que no tiene un oasis donde caerse muerto
por más que el alma anhele escapar hecha grito.
Hoy resulta lo urgente abrazar la utopía
de que el que quiere puede elegir que las rutas
a su infierno tapicen serpientes o amapolas.
Exprimamos las horas de nocturna alegría,
tiempo habrá tras el alba para pasarlas putas
y maldecir tu suerte, triste y llorando a solas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario