Como existe la luz, también existe
una especie de hostil materia oscura
medrando en mi interior, que me reviste
el pálpito de un halo de grisura.
Esa severidad de sepultura,
qué corazón tan bravo la resiste
sin rendirse y mostrar la quebradura
de un latido infinitamente triste.
¿A dónde iré a buscar algún motivo
que lo haga proseguir día tras día,
simulando que sigue estando vivo?
Acaso lo lógico más sería
mostrar mi rostro más caritativo
no prolongando en vano su agonía.
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