Qué densidad transpiran los silencios
de la tarde invernal en que dormito,
perdiéndome en ensueños neblinosos
evocación de antiguas primaveras.
Regresan a llenar cada oquedad
del pecho en estas horas solitarias
los recuerdos de un tiempo en el que aún
incendiaban el aire los aromas .
Hoy ya conozco el perfume acre
a pétalo marchito, cómo apesta
la fe bajo una pátina de herrumbre,
y sé que Enero puede ser perenne...
Por eso he de aferrarme, como un náufrago
a su oración, a mi bajel de humo .
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