Ni siquiera confíes
en lo que ven tus ojos.
Fragilidad,
impronta
de lo inefable que impone su presencia
en la estación del aire transparente.
Terneza que se clava
como astilla de vidrio en tu pupila.
Te duele ver la hierba
a punto de quebrarse por el peso
del caracol.
Descubre la verdad
el discurrir del tiempo, esa endeblez
fue solo un espejismo.
Anida resiliencia
en cada humilde brizna que resiste
el sepulcral abrazo de la escarcha.
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