martes, 18 de octubre de 2022

A latidos


 

Ya no escucho a mi cuerpo, en su creciente

letanía de quejas, lo desvisto

de materialidad, pues me resisto

a aplaudir su deriva decadente.


Una vez que he aceptado que, si existo,

algo me ha de doler, soy consecuente,

me tomo el respirar como un presente

y si me quema el aire, ni rechisto...


Convertir en virtud cualquier flaqueza,

es lo que dicta la naturaleza

resiliente y vital de mi talante.


Que componga  a latidos cada día

una oda entusiasta a la alegría

mientras el viejo corazón me aguante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario