No se rinde al asombro, no lo ignoro,
una pupila lúcida y muy vieja,
solamente el estatus de perpleja
en mi cansado espíritu atesoro.
No sé dónde mirar, me malhumoro
al ver la decadencia que refleja
la vida alrededor, y si mi queja
no trasformo en blasfemia, es por decoro.
Ya no sé qué decir, que no corroa
la pureza del aire con la agrura
que me suele inspirar la realidad.
Pero cómo callar, cuando una boa
oprime mi garganta y su tortura
no cesa si no grito mi verdad.
! Qué náusea y qué mareo!
! Que me paren el mundo, que me apeo!
! A la mierda con tanta mezquindad!
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