Supongo
que este obsequio también viene en el pack
gentil que traen los años...
Acontece
que en estas largas tardes
que llegan con la nueva primavera
noto como me invade
una especie de inédita añoranza.
Poco importa que floten
esencias y reclamos,
semejantes a aquellos que en un lejano ayer
lograban seducirte,
cuando tu piel hoy sabe
que hay algo que le falta.
Qué no daría yo por recordar
cómo era aquella sensación voluptuosa
de tener a tu alcance
un futuro risueño y esperanzador,
que revoloteaba
etéreo ante tus ojos.
De poder atrapar entre tus manos
mariposas azules.
Y esconderlas
al abrigo en un lugar del pecho
para que te enseñasen
su oficio de crisálidas, capaces de tejer,
en el silencio,
alas.
De estar tan segura como entonces
que todo el aire era
un espacio propicio a tu conquista
y que un cielo expectante
esperaba por ti.
Y en un Abril de estos
de savia subversiva y aromas bullangueros,
en que la sangre manda,
quién no anheló amar
febril,
intensamente,
y dar sin condiciones
su corazón desnudo y desvalido
a quién así lo amara...
Sueños de juventud, tuvimos todos...
Fabulamos con ser protagonistas
de una historia de esas que merecen
llegar a eternizarse.
Luego, toca vivir
el momento presente tal y cómo te llegue
y el tiempo se encarga de hacernos regresar
a una realidad, que casi siempre es
más gris y más prosaica.
Pero no sé si es que la demencia
no debe tener cura
o será que de ilusa no se sale,
porque a estas alturas de la vida,
en que voy tan de vuelta, tan cansada,
después de pelear tanta batalla estéril,
de encajar cien derrotas y asumir mil fracasos,
todavía imagino para mí
un futuro perfecto.
Dormir eternamente
habitando las páginas de un libro,
oculta en el latido melodioso
de un humilde poema de cadencia incendiada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario