lunes, 15 de julio de 2024

Proclama



La rutina

de los días iguales

y las horas que pasan desgranando un rosario

de segundos idénticos,

-una gota malaya

sobre nuestras cabezas,

que va desmoronándonos-,

acaba por volverse insoportable.


Hubo momentos

en los que suplicar diluvios inclementes

con tal de liberarme de los nudos

que me martirizaban la garganta

hubiese sido algo razonable.


Solo acudió en mi auxilio

el consuelo sedante de las lágrimas.


Hoy se han secado ya sus manantiales.


De nada serviría

gritar

y malograrse

la voz

en un intento

de denunciar el daño

que la vida, en su curso, nos infiere


No es su culpa,

solo es nuestra condena.


Y el mundo es un lugar

habitado por sordos,

que apenas ya si escuchan su corazón doliente.


Ser pasivo- agresiva

y envolverme en silencio

es el último

- e inútil-

intento de enrocarme.


Y un triste modo

de proclamar así mi rebelión,

patética y tardía.

 

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