miércoles, 21 de mayo de 2025

Digna fragilidad

 







De pronto estoy aquí,

fragilidad que tiembla,

desnuda,

a la intemperie,

ante la inexorable e inmisericorde

avidez de los ojos.


Ignoro hasta qué grado de dolor

puede aguantar un cuerpo.


Cuánta desilusión cabe en un alma.


Solo sé que no quiero descubrirme

aferrada a la vida,

suplicando

por un sorbo de aire.


En la cumbre más álgida de mi humana miseria

y de mi dignidad,

solo queda aceptar que se ha cumplido

mi hora.


Que mi suerte

hoy sería entregarle suevemente mi aliento,

transformado en suspiro,

a una estela de brisa.


Y dejar impregnado

el ambiente sereno de esta tarde de otoño

de un perfume de lilas.


Rareza hecha primor, que se derrocha

y se va disolviendo imperceptiblemente,

mientras que se encamina,

silente,

hacia el olvido.

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