Mientras hablaba su mano apretaba fuertemente la mía.
No dije que lo sabía
No dije nada.
Me limité a besarla en la frente con ternura.
Pero sus palabras despertaron en mí
viejos fantasmas: golpes,gritos,silencios... temores.
El asco de un olor sobre mi cuerpo.
El
alivio al conocer que nunca más habría de soportarlo.
Insistió de nuevo :
-Angélica, hija, debes saberlo: el día
que tu padre se cayó desde el granero no estaba sólo.
-Calla, mamá- la serené con otro
beso- estás enferma y desvarías.
Un mal traspiés o un empujón. Unas
tablas levantadas ,una guadaña
oportuna.! Y qué más da...! Todos nacemos
tocados por un sino.
Ciertos secretos , mejor que lo sean hasta la
tumba.
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