A veces sobrevuela una congoja
los márgenes del aire.
Un algo indefinible que calcina
el instante y remite
a blindajes vencidos,
a cansancios que abjuran de rutas a un futuro
preñado de batallas `perdidas por librar.
Y qué sé yo de lo que siente nadie...
Y qué se yo de lo que siente el mundo
bajo su pétrea piel,
en qué quimera
mece su sueño de ser padre magnánimo
o en qué viejo tumor de muela enemistada
afila sus puñales para herirnos
más eficientemente.
Solo sé lo que cuenta con sus hechos.
Que se mueve en lo oscuro
siguiendo los designios ocultos de los astros
no se sabe hacia dónde.
Que lo mueven
no importa qué trituren ni qué carne devoren
los ejes del poder
A veces
lo escucho suspirar,
a ratos creo
que tiene corazón y que le importa,
más que su pesadumbre, la evidencia
de que existe,
atroz,enajenado,
sin redención que avalen el paso de los siglos,
un proyecto de muerte y de dolor.
Luego aletea esa legión de ángeles ,
posiblemente negros,
que andaban despistados
Y regresa ,
granítico,
el silencio.
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