lunes, 23 de mayo de 2016

Cabeza a pájaros


Siempre me supe dueña
 de un corazón alado.
Y últimamente siento como se me contagian
todas la veleidades   y trasiegos
que  traza sobre el aire cualquier tipo de   pluma.


Esta tristeza de ruiseñor que intuye
que su trino no alcanza a detener la huida
 de las horas  más tibias de la tarde
 ni impedir el destino de humus de la rosa.

 Este aprensión  de pájaro de barro,
delicada ocarina,
 por la ferocidad con la que el agua
se ensaña con la piedra 
mientras finge que entona dulcemente
una canción de cuna, sabiendo como sabe,
 que llega una estación pródiga en lluvias.

Esta resignación  de pájaro expatriado
 a mirar  como trazan las garzas sus senderos
mientras sueña en silencio  que  aún  lograría
alcanzar una tierra más cálida y fecunda
 si le creciesen alas.

 Es lo que tiene  ir evocando octubres
en pleno mes de Mayo ...
Que todo lo subvierten
y  se empeñan en irse vaciando sobre el mundo
con una luz  traslúcida   y un tanto melancólica
que acaba perturbándonos.

Y acaba despertándonos
esta ambición de pájaro carnívoro
por todos los dolores que te deja
los ojos secos,
el cuero a la intemperie
 y en carne viva al alma.


Y la  cabeza ,pobre, convertida
en una ingobernable pajarera.

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