lunes, 24 de julio de 2017

Aficiones


No sé si me interesa
el dedicar los pocos minutos de descuento
que aún pueda quedarme
a hacer vivisecciones.

Ya casi no me duele
pero percibo a ratos una inquietud difusa
cuando en los pedernales que me llovió la vida
afilo la palabra.

Sangrar, no sangro mucho,
es solo que es molesto notar con qué deleite
escarba en los adentros
con impudicia lúdica.

Un reguero traslúcido
apenas si delata
que dentro de ese cuerpo aún hay un espíritu
capaz de conmoverse hasta la iniquidad
degustando estertores.

No ofrecen miel
ni aplauden
las mínimas luciérnagas
que se dejan el alma persiguiendo
el rastro imperceptible
de su luz mortecina y me descubren
el lado más patético,
más oscuro y más triste de mi noche.

Me sale más a cuenta
cambiar mis aficiones , dedicarme
a ser taxidermista.

Consagrarme con celo a disecar
a filo de palabra
y voz de sal y azogue,
hasta que ya no hiera,
el sentimiento.

Son los ojos,
los que aún me fallan,
no consigo que tengan
ese brillo carente de humedad del vidrio muerto.







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