lunes, 31 de julio de 2017

Apocalipse Now



A mí me gustaría
poder hablar de cosas más amables.

De días que transcurren por tranquilas veredas ,
con sedosas mañanas de llovizna
que hace que florezcan las magnolias,
cuyos suaves perfumes amenicen
las placenteras tardes de Sol y de paseo.

De que en la hora mágica
en que, pasión y sangre , va creciendo el crepúsculo
el aire es puro pálpito
incendiado a suspiros.

Pero es que se niegan las señales
en darme una razón para exprimirme
esa bendita gota de santa ingenuidad
que aún debe quedarme indemne en mi interior
con que pintar paisajes de idílica armonía.

Algo debe pasar cuando los pájaros
enmudecen y vuelan en círculos concéntricos,
sin saber dónde ir.

Cuando al llegar la noche,
que se presume intransitable y larga,
un corazón cansado no recuerda
dónde estaba su nido.


*****

Un día más los astros
prosiguen su camino , gozosamente ajenos,
a que deben cumplir con su destino
que los aboca a un pozo
repleto de negrura.

Yo sé.

Sé que sé
y no puedo negármelo .

Alguien,
armado de aguzadas sinrazones
y diestro en la ceguera,
me obliga a someterme a mi oscuro designio,
de sumirme en silencios.
A celebrar con gusto el rito que da vida
a los muertos vivientes

Sobrevivo,
rumiando el amargor de mi desánimo,
dentro de este ataúd de carne y hueso,
abrazada a la loca y última esperanza
de que hay un después.

De que siempre es posible
volver a renacer sin otra herida
que el poso imperceptible de tristeza
que da la lucidez,
allí,
del otro lado
del castrador abismo que no puede
ahogar toda la luz.

Olvidaron los ángeles que existen las trompetas.

¿Y para qué tocarlas, si cada cual ya tiene
su propio apocalipsis?

Aquel en que su mundo, hecho de amor y música,
tan entrañable y mínimo
colapsa

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