martes, 1 de agosto de 2017

Apuesta con resaca


Estoy a punto de perder un día,
otro más,
a base amasar indiferencia
y apostar los sesenta minutos de sus horas
a seguridad de la rutina

Y siempre sale negro y par
y gana.

Es preciso hacer algo,
podéis llamarlo trampa o, más certeramente,
prestidigitación.

Es usar el envite
más desatalentado de estrategia,
al tiempo que te embriagas
de ilusión infantil.

Apostar por que siempre
hará sol los domingos,
o , si acaso se nubla,
desde lo alto lloverán confites.

Por que caben tus pies en los zapatos
de baile de charol,
que saben solos
seguir todos los pasos de la danza
del vals de los felices,
de los despreocupados …
...acaso de los locos y los necios.

Por que aquella rodaja del queso de la Luna
te está esperando a ti,
y solo tienes
que alargar la mano y exprimirte
sus néctares de luz sobre la boca.

Se trata de guardar mangas adentro
tres parejas de ases
y usarlas al tuntún
-a veces cuela-

Y si no que nos quiten lo soñado...


Lo malo es la resaca.

La que suele dejarnos por secuelas
un quiebro en el latido y en el pecho un agobio
y un espesor amargo en al aliento
por lo que pudo ser.

Y en el alma el pellizco de una nostalgia absurda
por un tiempo de gozo no vivido

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