No todo
fue dejar correr el río
y
sentarse a escuchar cómo entonaba
su
líquido cantar , que apaciguaba
el
ajetreo diario y su extravío.
No
siempre fue tender menesterosa
la
mano hacia el vacío y que al instante
apareciese
en ella el confortante
regalo
perfumado de una rosa.
También
la vida tuvo sus espinas ,
supuró
su hectolitro de veneno,
te
obligó a tragar cal y luego arena …
Pero. a
pesar de todas sus inquinas,
sientes que respirar es algo bueno,
que, sin duda, vivir vale la pena.
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