Hay
días en que escribo porque debo.
No
puedo consentir que se consuma
en un
marasmo apático mi pluma
sin
probar una estrofa de renuevo.
Hay
ocasiones en las que me atrevo
a
seguir a mi instinto , que trashuma
del
verbo arrasador al que perfuma,
a pesar
de los chascos que me llevo.
Otras
veces, las más, se me emancipa
un
entuerto del vientre y si no alumbro
un burdo engendro es casi de chiripa.
Luego
está aquella otra en la que ,cuerda,
la
voz sigue al sentir y al fin deslumbro
con un
verso que siempre se recuerda.
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