La
noche era triste, oscura y fría,
flotaba
sobre el aire el desaliento
y
estaba a punto de parir María
mientras
José buscaba alojamiento.
En un
portal, sin otra compañía
que un
viejo buey y un mísero jumento ,
como
nadie sus puertas les abría,
tuvo
lugar el Santo Alumbramiento.
Pero a
pesar de todo, en el momento
en que
cogió a su hijo,la alegría
del rostro de la madre obró un portento.
Para
ver la sonrisa que tenía,
una
estrella bajó del firmamento
y convirtió la noche en claro mediodía.
Gozosa
epifanía
celebrando
un divino nacimiento
cuyo luz nos alumbra a todos todavía.
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