Yo
conozco mis límites, me muevo
entre
la indefensión y la osadía,
según
con qué fulgor despierte el día
o de
qué fuente o qué licores bebo...
Hay
veces que me pongo en pie y bravía
contra
el mundo y la vida me sublevo
y otras
en que apenas si me atrevo
a
respirar tras de mi celosía.
Mi
suerte es el tesón con que persiste
-tanto
si estoy radiante o apagada-
dentro
de mí la música orquestada
con el
rumor de todo lo que existe.
Bálsamo
y luz, que en cada madrugada
no me
que deja que esté del todo triste.
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