No hace
falta que nadie me lo diga...
Yo sé
que en cada playa
hay un
millón de náufragos.
Silentes,
embebidos
en
auscultar los mínimos rumores
de
todos las resecas,
aguardando
un indicio de que hay alguien
que
llega a rescatarlos.
Jamás
aspiré a ser
el
gesto que atrajese cada lágrima
que
amenaza en el mundo derramarse..
La
sonrisa que llevo por bandera
puede
ser igualmente compasiva
y
servir de coraza
contra
la indefensión.
Desde
la otra orilla me estremezco
cada
vez que adivino cómo miras
hacia
la lejanía y me presientes.
Sabiendo,
como sé,
que ya
hemos gastado nuestro cupo
de
milagros
y
existen ciertos límites
de
mayor dimensión que los océanos.
Que
solo son los sueños , fe y audacia,
los que
pueden andar sobre las olas
de los
miedos de siempre
Los
tuyos y los míos.
Tan
viejos ,
tan
anclados a la roca
de
nuestro corazón .
Que
tanto da...
si
acaba
el
triste que se atreve
cada
vez con los ojos más abiertos.
Nuevamente
a merced del oleaje.
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