Quién,
después
vivir intensamente
todas
las estaciones de la vida,
puede
andar presumiendo de no haberse encontrado
perdido
por las tundras habitadas
por lo
glacial ,
que
busca
nutrirse
depredando la tibieza.
Lo
mismo que granizo ,
encarnizándose
con el
pétalo inerme,
deflagró
la palabra
sobre
mi corazón
y lo
envolvió en su tacto
hasta
volverlo sólido.
Se hizo
la dureza
para
que arraigue en ella lo gélido del labio.
Yo
conozco su hielo.
Lo he
sentido
irse
licuando sobre mi cabeza
y
resbalar despacio,
ceremoniosamente,
como
una caricia abrasadora,
hasta
lamer mis pies,
agostando
mis ganas de vivir,
secándome
por dentro .
Por eso
sé el esfuerzo de intentar
ser un
sobreviviente
a base
de internarse en los caminos
oscuros
del olvido.
Yo ya
he vuelto del Círculo Polar.
Ahora
no me pidas que abandone
el
seguro calor de mi guarida.
No
quiero aventurarme
a
descubrir que hay ojos que tienen
el color de la escarcha.
De qué
manera puede malherirme
la
mirada del frío.
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