No vale
ya la pena
andar
disimulando
He de
reconocerlo, estoy perdida.
Ha sido
mucho tiempo
de
andar tras de algún Sur de rostro amable,
dispuesto
a recibirme
con los
brazos abiertos y cargando en sus manos
los
presentes sencillos de su eterna alegría,
de sus aves aves exóticas ,
sus orquídeas silvestres,
y su amor
más salvaje .
Y ahora
alguien me dice
que
está de moda el Norte
con su
estrella de anuncio...
….y
yo sin enterarme...
Pero a
mis años da como pereza
empezar ese viaje hacia un lugar lejano ,
sin
estar muy segura de si es que alguna vez
consiguió
conquistar el suyo nadie.
Si hay
quien llegue a hacerlo antes que el Sol se ponga,
que
venga y me lo cuente...
No es
fácil encontrar el rumbo exacto
en un
mundo sin límites
donde
todo son mares
de
dudas,
inundados
de
espejismos radiantes y neones,
donde cantan con voz de gata en celo
un vals
-o acaso un requiem-
las sirenas,
un vals
-o acaso un requiem-
las sirenas,
pero
yo, por las luces mortecinas
que se
recuestan sobre el horizonte,
juraría
que voy hacia el Oeste...
Y
tampoco es tan grave , ni voy a derramar
por
ello media lágrima.
Porque
la Luna Nueva
se ve
igual de redonda en todas partes
Y
todos los caminos conducen a esa Roma
ubicua,
que
termina concentrada
en la
mitad exacta de tu ombligo,
y cada
día arde
para
darse el placer
de
levantarse de entre sus cenizas.
Mejor
me quedo aquí,
donde
ya me conozco este paisaje
en que
arraigó entre polvos y sudores
la
delicada flor de mi querencia.
Los
sueños ,
quedarán
para
otra mejor vida.
Cuando
el barro
al
fin logre olvidarse de que se debe al barro.
Cuando
el dolor reniegue
de
apegarse a la carne
Cuando
los topos ciegos tengan alas
y
,siguiendo el rumor del extravío
vital
del corazón,
aprendan
a orientarse
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