Ya no busco el amor, aunque quisiera
sentir su rebullir efervescente
al llegar cada nueva primavera.
despertando mi piel tímidamente.
Pero he amado y sé que su quimera
trastorna tus sentidos y te miente
con amabilidad tan traicionera
que te embauca y te hiere doblemente.
Yo no busco el amor, busco una mano
de carantoña tranquilizadora,
capaz de regalar calor humano.
Busco unos brazos donde abandonarme,
que sepan ser mi nido hasta esa hora
en que la muerte llegue a reclamarme.
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