lunes, 16 de mayo de 2022

Mordaza


Sobre la boca traigo un exabrupto

armado de verdad.


De los que duelen.


Por eso me la muerdo.


Sé que debo callarme.


Por prudencia.


Para no despertar la destemplanza

que sobre el aire duerme.


O lo simula.


Los picos curvos

son hábiles oliendo los descuidos,

no hay rincón en penumbra al que no lleguen

las sombra de las garras.


Porque velar de cerca

el sueño sin doblez de las palomas

es el fin primordial de la perfidia,

que anhela fabricarse

cojines con sus plumas.


Y ya se sabe cómo descifran los silencios

los oídos del mal

y sacan filo

a los suspiros más intrascendentes.


Sé que debo callarme,

aunque se pudra

dentro de mi garganta tanto grito

con tal de que prosiga la violencia

sumida en su letargo.


No puede un cielo inerme

llegar a hacerle honor a su promesa

de : “ Bienaventurados los pacíficos”.


Pero fría

y despacio

se toma la revancha


Me iré a la eternidad

blandiendo un alarido interminable

con el que reclamarle que se haga por fin

justicia a mi palabra.

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