Ahora,
en esta edad,
en que según los cánones no escritos
uno ya debería estar de vuelta
de cualquier arrebato de emoción,
el fin he descubierto
lo que es enamorarse.
Sentir la bocanada
de fuego en el estómago
y como se te eriza
la piel
y se te instala
en el alma el deseo
de apresar el instante.
De lograr hacer tuya para siempre
esa pequeña joya que refulge
delante de tus ojos,
la diminuta flor cubierta de rocío,
que al tiritar presagia
su brevedad e inspira
tu devoción hambrienta por lo frágil.
La vida y su belleza,
eso es lo verdaderamente apasionante.
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