Ya están aquí de nuevo los pájaros oscuros.
Su planear semeja una macabra danza
cargada de presagios sobre tiempos futuros
donde tendrán los cielos color desesperanza.
¿De qué modo espantarlos?¿Qué clase de conjuros
harían que regrese la bienaventuranza
del frufrú de las plumas de los palomos zuros,
anunciando que vuelven los días de bonanza?
No es que no me resista a anticipar los duelos
que quizás nunca lleguen, ni a vestir a deshora
de luto mi mirada, rendida a lo sombrío.
¿Pero cómo negarme qué negros terciopelos
amortajan mis noches? Y que, al llegar la aurora,
más y más paraliza mi corazón el frío.
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