miércoles, 6 de noviembre de 2024

Abrazo


 

No es extraño

-ni nada vergonzante-

sentir, cómo te pesan, fatigados, los párpados

y cómo te abandona tu menguante energía,

que hay veces que la vida no concede una tregua

y aprieta hasta que ahoga...


Cuando ya estás a punto de rendirte a la noche,

toca hacer lo sensato:

abandonarse.


Recuperar la esencia

de ese animal desnudo y desvalido

que vive a la intemperie.


Que absorbe con arrobo

el beso de la luz que hiere sus pupilas

y disfruta la lluvia que le lame la piel

como una bendición.


Que, en su desvalimiento,

tiende al aire sus brazos, sabiendo por instinto

 que es la fuerza afectuosa

y el calor de un abrazo lo que puede salvarnos.

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