No
fue porque en sus noches
cualquier
sueño tuviese su pizca de color
y
despertase
-saciados
los cansancios-
a
un amanecer de trinos que danzaban
sobre
un cielo apacible.
No
fue porque sus días
trajesen
los bolsillos rebosantes
de
nueces o camuesas ,
de
gorriones sin nido, predispuestos
a
dejarse abrigar por nuestras manos,
de
canicas,de chochos y confites...
...de
pimpollos de risas
anidando
en la cálida blandura de la boca,
prontos
a florecer.
No
fue por su obcecada decisión
de ignorar el otoño
y de impedir que en el aire de octubre flameasen,
junto
al olor del mosto y los membrillos,
hilachas
de nostalgias.
Ni
siquiera,
el
que en los copos mansos del invierno
solo
viesen los ojos el spot persuasivo
de
un porvenir de campos hechizados
de
pétalos de albura
y
augurios de dulzores de cerezas,
fue
lo que hizo al tiempo
pasado
apetecible,
acreedor
de
su canto elegiaco.
Fue
que en él todavía
existía
un futuro.
Y
que aún teníamos
para
afrontarlo piélagos de ingenuidad y lágrimas
No hay comentarios:
Publicar un comentario