Ya no canto al amor, no me molesto
en buscar adjetivos melindrosos
y verbos francamente pegajosos ,
ni en discurrir el cómo los unzo y los orquesto.
Y todo para hacer unos pomposos
elogios a quien deja descompuesto
tu corazón, sin otro de repuesto,
a cambio de unos pocos instantes tumultuosos.
Qué podría decir que no parezca
que entono en un tristísimo gospel
su póstuma elegía disimulando el llanto.
Hay que loar a quien se lo merezca,
pues sabes que ha de serte siempre fiel.
Hoy , siguiendo esa lógica, al desamor le canto.
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