Si no vas a dejarme volar, no me provoques
con tus brazos de nido y tus besos de alpiste,
mi corazón de pluma apenas se resiste,
lo sabes, al señuelo de ciertos alboroques.
Pero también conoces que para mí no existe
un deleite mayor que el vuelo, no revoques
tan acendrado impulso no sea que me aboques
a vivir añorándolo, eternamente triste.
Si de verdad me quieres, a ver si me regalas
la parcela de cielo de azul más vehemente
y aquel soplo de céfiro que precisan mis alas.
Y si no,lo mejor es desamar lo amado,
seremos más felices volando libremente,
torcaces solitarias, cada cual por su lado.
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