Hubo
días que agrada recordar
de
serenas mañanas luminosas,
tardes
de vino, pájaros y rosas
y
noches de esplendor en las que amar.
Pero
la dicha nunca es cosa cierta,
del
Jardín del Edén nadie es el dueño,
ser
felices apenas es un sueño
del
que la vida pronto nos despierta.
Si
hasta el diablo, leal, ya dio el aviso:
"Dura
un minuto efímero esta gloria",
por
ello se nos hace más preciso,
aun
sabiendo la táctica ilusoria,
que
si hemos de perder El Paraíso
al
menos conservemos su memoria.
Qué
importa si olvidar todo lo cura
y
evocar lo perdido nos llena de amargura.
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