Esto
que veis aquí no es el despojo
de
carne por el tiempo devastada,
nunca
tuve jamás ningún antojo
de
ser triste ceniza enamorada
Ante
las tempestades que la vida
arroja
contra mí, yo no me achanto,
mejor
me quiero muerta que rendida
cuando
me caigo, al punto me levanto
Y
es que aunque contempléis en llaga pura
los
tuétanos de mi alma , aún conservo
intacto
lo esencial de su estructura.
Un
santuario de nácar, que lo acerbo
del
mundo lo transforma en hermosura
por
la gracia prolífica del verbo.
Secreto
que reservo
celosamente,
pues estoy segura
de
no hallar más discreta ni noble sepultura.
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