Esas
sombras de ruina que presiento
blandiendo
a mis espaldas una espada
dispuesta
a descargarme su estocada.
no es
lo que más siento.
Un
tiempo de descuento
sé que
vivo, ya tengo preparada
la voz
del do de pecho y confesada
el alma
aunque de nada me arrepiento.
Tan solo me intimida
saber
si aguantarán la compostura
hasta
el final mi genio y mi figura.
Y si
entre los del coro,
cuando
yo haga mutis por el foro
sonará
alguna voz adolorida.
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