Si yo
fuera Penélope
jamás
despediría a un marinero
en el
borde de un muelle, resignada
a
guardarle la ausencia,
y
diciéndole adiós,pañuelito en la mano,
con
los ojos brillantes ,anegados de lágrimas.
Si mi
hombre quisiera
cambiar
mis brazos por otros recios nudos ,
dejarme
en una orilla empantanada
tejiendo
soledades y suspiros
mientras
el parte en busca de aventuras,
por ir
tras él diría una plegaria
el dios
de los delfines, que siguen las estelas
de
todos los navíos,
le
vendería el alma
a una
sirena vieja de esas que conocen
cómo
robar la esencia de su espíritu
a todo
aquel que escucha su voz oscura y mágica.
Si yo
fuera Penélope
me iría
sin dudarlo con mi Ulises,
quisiese
o no quisiese,
rumbo
a una isla ignota,que no venga en los mapas,
dónde
a dúo perdernos y buscar
uno en
la piel del otro
la más
benigna y venturosa patria.
En
dónde reconstruir , beso a caricia,
el
viejo paraíso que perdimos
y
tanto echa el corazón en falta.
Cuando
el amor decora sus paisajes
cualquier
lugar es bueno
para
llamarlo Ítaca.
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