Treinta
y uno del doce, llegó de nuevo el día
en el
que ya no tiene hojas el almanaque
de
algún dos mil y pico en que nos puso en jaque
la vida
para ver si así nos sometía.
Pues
que vaya a la gloria, como causa alegría
saber
que resistimos y que su triquitraque
no pudo
con nosotros, lo malo es que al ataque
otro
año le sigue con fresca artillería.
Habrá
que tomar fuerzas, pasar al contraataque...
Comamos
y bebamos para aguantar el saque,
saltemos
y cantemos con camaradería.
Solamente
un consejo, que nadie se me atraque
de
gambas y turrones, ni abuse del zumaque,
no dure
la resaca hasta la Epifanía...
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