lunes, 8 de enero de 2018

Sudario


El aliento de Enero
ha inundado el ambiente y ha barrido
toda insinuación a entrañable refugio
y a calidez de hogar
que quedase en la casa.

Un alma acostumbrada a ir coleccionando
bajo las más diversas intemperies
soledades y ausencias,
no debiera turbarse por tan poco.

No puedo, sin embargo,
evitar que me embargue un estremecimiento.

Pero no es el frio
que se cuela por todas las rendijas
que han ido apareciendo en mi armadura
lo que me desencaja y me hiela por dentro.

Es la premonición perturbadora
de que en cualquier momento sobre mi carne viva
comenzará el presente a renunciar
a exacerbar lo álgido.

Y el tiempo a deslizarse hacia los márgenes
de la melancolía .

A irnos recubriendo
con un impereptible un sudario de cenizas
hasta que nos sepulte
definitivamente  en el olvido.





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