A
mí también me asalta
a
medianoche a veces por sorpresa
esa
interrogación que suena en el vacio
desde
que el tiempo es tiempo:
¿Para qué estoy aquí?
A mí también me abruma
el
no tener respuesta.
Supongo
que
estoy , igual que todos, para nada.
Para ser un absurdo
hecho
de vulgar barro y sueños intangibles
que
sin querer demuestra
que
existen los oxímoron vivientes.
Para pasar
del
modo como pasan
sobre
los cielos plácidos de agosto
las
estrellas fugaces
dibujando
un reguero de esplendor,
relumbrar
y morir
sin
dejar ni una estela...
Para mirar con ojos asombrados
el
mundo y no cansarse de descubrir las muchas
maravillas
que encierra
Para buscar
dentro
de sí motivo suficiente
para
sobrevivir,
para
seguir luchando contra el feroz pronóstico
que
su adeene esconde
y
ganarle otro soplo
y
otro más al aire cicatero
Para ser puro pálpito
que
depreda el instante.
Y lo agota,
y
se agota
extasiado,
feliz y agradecido
de
haber podido ser
testigo
de excepción de este milagro
de
ver de qué manera se prodiga
la
vida por que sí ,sin fundamento.
Y ante el derroche generoso y lúdico
que
hace de belleza indescriptible
ser
polvo sensitivo, capaz de emocionarse.
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