Si
quieres dibujarme a pulso una sonrisa
que
nunca se marchite, no me obsequies con flores,
ya sé
que son hermosas, pero de sus colores
más
vivos los desnuda un soplo de la brisa.
No me
ofrezcas tampoco aquellas confituras
que
ponen en la boca un sinfín de embelesos,
semejante
al agrado de un enjambre de besos
pues
llega a empalagarme su aluvión de dulzuras.
Regálame
la música que corre por tus venas,
hazme
con ella el Himno al Santo Disparate
de que
este amor nos llene la vida de sentido.
Bailar
a su cadencia nos lleva a las amenas
regiones
donde habitan los locos de remate
que de
ilusión se nutren por tiempo indefinido.
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