Se
precisa más gente
con
ganas de escuchar la melodía
que
palpita en el aire y, noche y día,
traducir a palabras su son resplandeciente.
Que
tenga la osadía,
el punto de inconsciencia suficiente,
y un
corazón, tan loco y vehemente
como para escribirle un himno a la alegría.
Y una
voz que interpreta
todas
las emociones que en secreto
va
descubriendo dentro su alma de poeta
Que
crean que le alcanza
al
mundo con la magia de un soneto
para,
por un instante, recobrar la esperanza.
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