Volaron
ya los pájaros que había en mi cabeza
No les
queda ni un pétalo a mis rosas de té
Todo se
ve tan nítido cuando el invierno empieza...
Y es
todo tan distinto a como lo soñé...
Qué
indefensión aguarda al que solo les reza
a sus
dioses domésticos – y con no mucha fe-,
debe
ser un milagro que de una solo pieza
este
cuerpo cansado aquí siga, de pie.
Sin
verter una lágrima, sin pedir un respiro
a la
vida que aprieta,ni exhalar un suspiro
o caer en los brazos de la autocompasión.
Solo
suplico al cielo que el frío no se lleve
las
alas de mi risa y si llega la nieve
florezca
en su blancura la paz del corazón.
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